Imagine dos edificios en Nueva Inglaterra. Están situados uno al lado del otro y tienen sistemas de techo de pendiente baja similares. El contratista A aplica un revestimiento de silicona a uno de ellos. El contratista B aplica un revestimiento acrílico al otro. Los dos equipos terminan su trabajo al mismo tiempo. El revestimiento de silicona se endurece mucho más rápido que el revestimiento acrílico.

Cambie el entorno a Arizona y ocurrirá exactamente lo contrario. El revestimiento acrílico se endurece mucho más rápidamente que el de silicona.

¿Por qué? La humedad.

El impacto de la humedad relativa en los tiempos de curado de los revestimientos de techo confunde (y frustra) a muchos contratistas, pero entenderlo es vital para que los proyectos de revestimiento tengan éxito. La lluvia arrastrará el revestimiento recién aplicado, e incluso un fuerte rocío puede diluirlo y comprometer su rendimiento. Aplicar una segunda capa antes de que la primera esté suficientemente curada puede provocar problemas de adherencia y fallos en el revestimiento.

Para entender la relación entre la humedad y los tiempos de curado es necesario reconocer las diferentes formas en que se curan los revestimientos acrílicos y de silicona, y recordar aquellas lecciones de ciencias sobre humedad relativa que se impartían en secundaria o bachillerato.

Los revestimientos de silicona se curan con la humedad; el revestimiento absorbe la humedad de la atmósfera para alimentar la reacción química que convierte el revestimiento en una capa protectora. Los revestimientos acrílicos funcionan a la inversa: se curan a medida que la humedad del revestimiento se evapora en la atmósfera.

Así, en el húmedo clima costero de Nueva Inglaterra, un revestimiento de silicona se dará un festín con la atmósfera cargada de humedad y se curará rápidamente. Un revestimiento acrílico, sin embargo, tendrá problemas para deshacerse de su humedad, lo que se traducirá en un tiempo de curado mucho más largo.

En el desierto de Arizona ocurre lo contrario. Prácticamente no hay humedad atmosférica que un revestimiento de silicona pueda absorber, inhibiendo el proceso de curado. Por otro lado, el aire reseco absorbe la humedad de un revestimiento acrílico a gran velocidad, lo que permite que se cure rápidamente.

Al trabajar con revestimientos acrílicos, los contratistas también deben comprender cómo se mueve la humedad atmosférica a diferentes temperaturas del aire. El agua se evapora más rápidamente con temperaturas cálidas y más lentamente con temperaturas frías, por lo que los tiempos de curado serán generalmente más cortos durante los meses de verano y más largos en primavera y otoño. 

Y cuando la temperatura del aire esté a menos de cinco grados del punto de rocío (la temperatura por debajo de la cual empiezan a condensarse las gotas de agua en el aire y puede formarse rocío), los contratistas deben vigilar atentamente la situación y estar preparados para interrumpir el trabajo. Puede ser tentador seguir adelante; los contratistas tienen un horario y necesitan terminar un trabajo para que ellos y el equipo puedan cobrar y todo el mundo pueda pasar al siguiente trabajo. 

Pero la Madre Naturaleza hace lo suyo, y sobrepasar sus límites puede salir caro. Si la temperatura desciende por debajo del punto de rocío y se forma condensación en el revestimiento recién aplicado antes de que se haya curado lo suficiente, puede verse comprometido y se desperdiciarán el tiempo, el esfuerzo y los materiales empleados. Si el clima es inestable, puede ser más prudente volver a casa y esperar a que las condiciones sean más favorables para terminar el trabajo.

Vigilar las condiciones meteorológicas es algo natural para los contratistas de techos. Al aplicar revestimientos, la humedad y el punto de rocío deben incorporarse a la lista de condiciones a tener en cuenta, junto con la temperatura, la lluvia, la nieve y el granizo.

 

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